Nació en Concepción del Uruguay y «tenía ideales de un mundo mejor», contó su mamá. «Se despidió diciendo que iba a buscar a su hijo; y no se supo más nada de él», lamentó quién finalmente conocerá a su nieta.
Abuelas de Plaza de Mayo anunció, en las últimas horas, la restitución de identidad de la hija de Edgardo Roberto Garnier, oriundo de Concepción del Uruguay, y Violeta Graciela Ortolani. Ambos militaban en Montoneros y colaboraban en un comedor en una villa. La nieta 126 es abogada y quiso conocer a su familia biológica apenas tuvo en sus manos los resultados del análisis de ADN.
Conocer su origen
Vanesa la llamarían sus padres. Vanesa Garnier Ortolani. Ahora, cuarenta años después, puede gritarlo bien fuerte y decir que es hija de Edgardo y Violeta; y también podrá abrazar a su abuela Blanca, que la buscaba sin perder nunca la esperanza. Es abogada y quienes la criaron ya están fallecidos.
Hace algunas semanas se presentó voluntariamente ante el Banco Nacional de Datos Genéticos para realizarse estudios de ADN y este lunes supo que es hija de Edgardo Roberto Garnier y Violeta Graciela Ortolani.
Edgardo, descripto por su mamá
Edgardo había nacido el 7 de agosto de 1955 en Concepción del Uruguay; Violeta nació el 11 de octubre de 1953 en Bolívar. Se conocieron en La Plata, adonde ambos estudiaban, formaban parte del Fondo de Apoyo a la Educación Pública (FAEP), colaboraban en el comedor de una villa y militaban en la organización Montoneros.
«Ellos tenían ideales de un mundo mejor, como tantos jóvenes de aquella época y fue así que tuvieron una participación activa y comenzaron a militar en Montoneros», cuenta la abuela Blanca Díaz, mamá de Edgardo, que a los 86 años podrá abrazar a su nieta. Violeta fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976, en La Plata, cuando estaba haciendo compras para el comedor en el que colaboraba. Tenía 23 años. «Cuando desapareció, Violeta estaba embarazada de ocho meses», recordó Silvia, hermana de Edgardo, en una entrevista hecha en 2010 por «El Miércoles» de Concepción del Uruguay.
«Se la llevaron cuando estaba haciendo mandados, porque para los represores una mujer embarazada, a punto de tener a su hijo, era casi un botín de guerra», recordó la mujer para aquel informe periodístico que recordaba a los desaparecidos oriundos de «La Histórica».
Cuenta su madre que después del secuestro, «Edgardo hizo muchas averiguaciones, buscó por cielo y tierra a su mujer y luego regresó a Concepción del Uruguay». Retomó la búsqueda cerca de la fecha probable de parto. «Se despidió diciendo que iba a buscar a su hijo; y no se supo más nada de él», lamentó.
Vanesa pudo haber nacido el 19 de enero de 1977, pero no había registros de dónde ni datos de que su madre hubiera sido vista en algún centro clandestino de detención. Edgardo no llegó a conocer a su hija: desapareció el 8 de febrero en La Plata.
La abuela podrá abrazar a su nieta
A la familia se le vino el mundo abajo, pero recorrió ministerios, iglesias, hospitales, destacamentos militares y cuanta oficina pública donde pudieran darle datos de Edgardo, Violeta y la hija de ambos. La única respuesta que recibieron fue el silencio, un silencio angustioso y ensordecedor.
«Siempre estamos con el deseo la necesidad y la esperanza de encontrarla», decía Blanca en 2009 en una entrevista para el mensuario de Abuelas de Plaza de Mayo. El lunes, agradeció estar sentada cuando le dieron la noticia. Podrá cumplir el sueño de abrazar bien fuerte a su nieta, Vanesa, la hija de Edgardo y Violeta.