Javier Álvarez cumplía una pena de cadena perpetua en la Unidad Penal de Federal por matar a golpes a dos hermanitos de 5 y 7 años, y enterrar al menor de ellos debajo de la cuna. Tras permanecer cuatro años encerrado, falleció luego de un acelerado deterioro de su salud.
Este hombre de 37 años pasará a la historia por ser el autor de uno de los hechos más espeluznantes de Concordia, y una muerte prematura lo salvó de pasar los siguientes 31 años encerrado en una cárcel.
Javier Álvarez estaba en concubinato con Andrea Soledad Zapata y vivían en una precaria vivienda en el barrio 80 Viviendas, de Concordia. Con ellos vivían Hugo y Rodrigo Zapata de 5 y 7 años, que eran hijos del hombre con una pareja anterior, y otros dos niños producto de la unión con Álvarez.
Desde el momento que estos dos mayores comenzaron la relación, la vida de Hugo y Rodrigo se convirtió en un calvario. Constantemente sufrían los abusos físicos del padrastro, que los castigaba por cualquier insignificancia con reprimendas que le causaban lesiones de gravedad a los menores y que eran calladas por una madre amenazada.
Pero el 22 de febrero de 2012 todo salió a la luz. Ese día, el mayor de los dos niños ingresó severamente golpeado al Hospital Masvernat y murió a los pocos minutos. Rodrigo Zapata tenía evidentes marcas de violencia en su cuerpo y por ello se dio intervención a la Justicia Concordia. Por medio de la autopsia, se determinó que el niño de 7 años falleció por un traumatismo grave de cráneo, además de una serie de hemorragias internas, producidas por un terrible castigo físico.
Como si esto no fuera poco, lo peor se conoció después. Cuando se la interrogó a la madre de la víctima, ella soltó la terrible historia. Andrea Soledad Zapata confesó la violencia a la que estaban expuestos y que su hijo de 5 años estaba enterrado debajo de una cuna. Cuando la Policía concurrió a la vivienda encontró el cuerpo de Hugo Zapata, que había sido asesinado un mes antes que su hermanito.
En el mismo día que todo salió a la luz, Álvarez fue detenido por la Policía cuando pretendía tomar un colectivo de larga distancia en la Terminal de Ómnibus de Concordia, con destino a Buenos Aires. Luego fue detenida Andrea Zapata, que fue acusada de omisión en sus deberes como madre.
Los dos fueron llevados a un juicio que se desarrolló en junio de 2013. Allí se conocieron detalles escabrosos del caso, como ser la revelación del médico forense Manuel Mahler, que aseguró que el pequeño tenía signos de haber sido abusado: “era una radiografía del maltrato infantil”.
O también otro relato que fue informado en su oportunidad por Diario Río Uruguay, que involucró a Yanina Corrado, tía de los hijos más grandes de Álvarez. Ella asentó que sus sobrinos “contaron cómo a estos nenes muertos no les quería dar de comer, les pegaba y los obligaba a sentarse en el piso, no en el sillón. Los pinchaba a los nenes con jeringas” que eran de perros.
Los instantes previos al fallecimiento del pequeño Hugo fueron reconstruidos en parte cuando la testigo señaló en el juicio que sus sobrinos contaron “que lo vieron a Hugo tirado en el piso sin poder respirar bien, como agitado y el padre les dijo que se fueran 2 horas a la casa de la abuela”, añadiendo que cuando volvieron el pequeño ya no estaba. Minutos después, Álvarez encomendó a su hijo mayor que fuera a comprar cemento, y luego lo ayudó a hacer el contrapiso debajo de una cuna, donde metros abajo había sepultado al niño.
Al final del juicio, el Tribunal de Concordia condenó a Álvarez a cadena perpetua por el doble crimen, en tanto Andrea Soledad Zapata fue absuelta. Un especialista destacó que ella se encontraba en una situación “de víctima” y que no cometió ningún delito.