El Papa ha explicado que muchas veces se escucha decir: «Pero este sacerdote habla demasiado de pobreza, este obispo habla de pobreza, este cristiano, esta monja habla de pobreza «¿Son un poco comunistas no?»
Sin embargo, ha recordado, «la pobreza está precisamente en el centro del Evangelio. Si quitamos la pobreza del Evangelio, no se entendería nada del mensaje de Jesús», afirmó este martes Francisco en su homilía de la misa matutina celebrada en la capilla de la
Casa de Santa Marta, según reproduce radio Vaticana.
La frase de Francisco recordó a las palabras del obispo brasileño Helder Cámara, cuyo proceso de beatificación fue abierto este año por Francisco, que pronunció: «Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista».
El Papa agregó esta mañana que San Pablo, hablando a la Iglesia de Corinto, pone de manifiesto cuál es su verdadera riqueza: «Son ricos en cada cosa, en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el celo y en la caridad que les hemos enseñado». Así es la exhortación del Apóstol de los Gentiles, «dado que son ricos, sean abundantes también en esta obra generosa», en «esta colecta».
«Si tienen tanta riqueza en el corazón, esta riqueza tan grande -el celo, la caridad, la Palabra de Dios, el conocimiento de Dios- hagan que esta riqueza llegue a los bolsillos. Y ésta es una regla de oro. Cuando la fe no llega a los bolsillos, no es una fe genuina».
«Es una regla de oro que Pablo nos dice aquí: ‘ustedes son ricos de tantas cosas, ahora, así, sean abundantes en esta obra generosa’. Existe esta contraposición entre riqueza y pobreza», agregó Francisco.
«La Iglesia de Jerusalén es pobre, está con dificultades económicas, pero es rica, porque tiene el tesoro del anuncio evangélico. Y esta Iglesia de Jerusalén, pobre, ha enriquecido a la Iglesia de Corinto con el anuncio evangélico; le ha dado la riqueza del Evangelio», detalló el Sumo Pontífice.
«Ustedes -agregó el Santo Padre- que son ricos económicamente y que son ricos con tantas cosas, eran pobres sin el anuncio del Evangelio, pero han enriquecido a la Iglesia de Jerusalén, ensanchando el pueblo de Dios».
«De la pobreza viene la riqueza, es un intercambio mutuo», añadió Francisco.
«Cuando nosotros ayudamos a los pobres, no hacemos cristianamente obras de beneficencia. Esto es bueno, es humano pero ésta no es la pobreza cristiana que quiere Pablo, que predica Pablo», prosiguió.
«La pobreza cristiana es que yo doy de lo mío y no de lo superfluo, incluso de lo necesario al pobre, porque sé que él me enriquece. ¿Y por qué me enriquece el pobre? Porque Jesús ha dicho que él mismo está en el pobre», finalizó.