En vigencia: Gobierno y oposición orejean las cartas y juegan un flor de truco

Ya no hay que disimular. Después de un año y medio de gobierno y a las puertas de una elección que será un examen, no vale la pena tratar de maquillar nada. De a poco el Presidente va perdiendo las inhibiciones y empieza a sentirse cómodo con su rol. No importan las críticas o las burlas a su poder. Para definir el 2023 falta mucho todavía y no pierde las esperanzas, por más que el candidato de Cristina sea otro.

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Por Jorge Barroetaveña

En esos intersticios que le deja el kirchnerismo va teniendo una certeza. Si en octubre en las PASO, sale airoso, no habrá reproches para hacerle. Si gana, bien podrá adjudicarse parte de la victoria y ahí la historia será otra. En el 2019 llegó condicionado por el dedo de Cristina y ha estado, todo este tiempo, hipotecado por ella. Si gana, si consigue acercarse al menos a la mayoría parlamentaria, los tantos serán diferentes y los melones podrán acomodarse de otra manera. Tendrá historia propia para exhibir ante los que lo cuestionan.
Claro, para conseguir eso tendrá que ganar las elecciones, aunque sea por un punto. Y en eso anda Don Alberto, que ha levantado su perfil enfrentando las críticas de la oposición y apostando casi todo a la campaña de vacunación. La economía será difícil que, en cuatro meses, le dé una gran mano. Las últimas restricciones ante la segunda ola retrasaron el rebote, que más tarde que temprano va a llegar. Su pretensión es convertir la campaña de vacunación, en el eje de la disputa electoral. Para eso deberá enfrentar el desafío de conseguir más vacunas y clarificar una campaña confusa, que desde el principio, se vio manchada por los yerros propios. La imagen de Ginés González García, el ex ministro que se fue eyectado por el vacunatorio VIP, tomándose un vinito en un bodegón madrileño, no es la mejor. Claro que la contribución para oxigenar la campaña que necesita el Presidente, a veces llega desde la oposición. La frase de Macri, refiriendo a la pandemia como una ‘gripe fuerte’, es parecido a lo de Ginés. Es alarmante como los políticos suelen aislarse de la realidad y pierden noción de lo que pasa. ¿Sabrá el ex presidente Macri que vamos ya por los 92.000 muertos en pandemia? Demasiado parecido a Bolsonaro no? Pidió disculpas es cierto, pero semejante cosa es poco tolerable.
Claro que Cambiemos, más allá de Macri, hace su aporte a la confusión general. Las disputas por las candidaturas, con la pelea entre Vidal y Bullrich por la Ciudad de Buenos Aires, tensionan la entente opositora y amagan con dejar heridos para toda la cosecha. Si bien el propio Macri y Carrió han coincidido, después de mucho tiempo en calmar las aguas, Larreta sigue acelerando, con la idea que su propia candidatura para el 2023 está en juego. En el fondo anida una puja por el liderazgo opositor que Larreta no quiere dejar pasar, matando dos pájaros de un tiro en estas legislativas. Juega fuerte porque si le sale mal, él mismo quedará condicionado. La  victoria tiene muchos padres pero la derrota es huérfana suelen decir en política: ese riesgo enfrenta con su obstinación.
Inesperadamente la feroz pelea en el PRO, le abrió una puerta a los radicales que amagan con impulsar a Facundo Manes en provincia. El neurólogo, parece haber entendido que llegó el momento de meter baza. Y podría hacer roncha, ante la división del PRO en una PASO incierta. Hay un detalle que Cambiemos ‘olvidó’ del 2019: la victoria de Alberto y Cristina aquel domingo de agosto, provocó el derrumbe final del gobierno de Macri y dejó instalada la sensación de cosa juzgada. O suerte echada. La oposición, no debería darse el lujo de ir dividida a una elección que algunos colocan en el podio de las más importantes desde 1983 a la fecha. ¿Será para tanto? El oficialismo está a un puñado de diputados de conseguir el quórum propio para sesionar. En el Senado tiene una holgada mayoría. Medida en esos términos, la elección sí es clave. Larreta y compañía no piensan lo mismo, o al menos discrepan en la estrategia. No sería la primera vez que un error táctico, se convierta en un yerro estratégico grave que termina costando el resultado final.
Si ganan, ganan todos, aunque algunos más que otros. Hipótesis 1: gana el gobierno. Alberto saldrá fortalecido, Cristina también y quedará abierto el final para el 2023. Si pierde el oficialismo, la culpa será de Alberto más que nadie. Al cabo el Presidente es él.
Hipótesis 2: si gana la oposición. Dependerá de la PASO. Si Larreta impone sus candidatos y vence en la general, tendrá buena parte del camino allanado para pelear la Casa Rosada. Si pierde, con los suyos, habrá pases de facturas y quedará golpeado. ¿Le sirve hoy correr tantos riesgos? Si hay listas consensuadas, la victoria será un poco de todos y la derrota también. Y Larreta tendrá la excusa a mano que no pudo hacer lo que quería.
Usted creerá que lo que escribo es ciencia ficción no? Nada que ver. Todo real. El truco arrancó hace rato y todos orejean las cartas que tienen. Y mienten a más no poder.

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