Edgardo Lois: el escritor que encontró La marca de Gualeguay

Presentará su libro en el Quirós

thumbnail_IMG_20171108_195647

 

El escritor bonaerense, radicado hace casi cinco años en nuestra ciudad, Edgardo Lois presentará el próximo viernes -a las 20:30 en el Museo Quirós- su primer libro desde el sur entrerriano. La marca de Gualeguay I – Anécdotas de churrasquero cuenta historias del pasado y el presente de estos pagos, que son contadas por personajes inolvidables y escritas con una narrativa cautivadora.

Para explicar cómo nace La marca de Gualeguay I, Edgardo Lois no puede evitar hablar sobre su llegada a esta ciudad y sus primeros pasos como contador de historias. “Hace 16 años que escribo en un periódico mensual que se llama Desde Boedo y ahí fue la primera vez que le abrieron la puerta a mi escritura para contar historias de mi lugar. Cuando con mi compañera, que es nacida acá, decidimos vivir en una ciudad más tranquila, porque teníamos a Julia de casi un año, nos vinimos a Gualeguay y la dueña del diario local, que conocía una nota que había escrito sobre Cachete González, me propone publicarla en El Debate”.

thumbnail_IMG_20171108_195622

“Después —agrega— me invita a colaborar una vez a la semana y con una señal clara: historias que tengan que ver con Gualeguay, a lo sumo con Entre Ríos. Esa fue la flecha indicadora que me hizo poner acento en la historia cultural de Gualeguay, en la gente de acá. Así fue que descubrí un mundo alucinante, porque están los personajes de ayer, que siguen en Gualeguay, pero hay un montón de gente que está trabajando, haciendo, que para mí es muy digna de atención”.

Con esa mirada, Lois se inquieta cada semana por saber “qué piensa ese muchacho de 30 y pico de años que está sacando fotos, está haciendo cine o está pintando, pero también qué recuerdo hay de Antonio Castro, de Cachete González. A la vez cómo que en Gualeguay había un sistema de parlantes, que se llamaba Difusora Popular, que parece sacado de un cuento fantástico o por qué Gualeguay tenía tantos lugares como el Águila y hoy no hay un café. Empecé a buscar esas historias y recalé en personas que no cultivaron ningún arte o sí, querer y cultivar un oficio a lo largo de toda la vida”.

-¿Cómo llegás a cada personaje?

-Por la gente, escuchando. Hace 15 años que escucho gente contando distintas cosas y está bueno, porque a veces a la pasada se nombra un hecho, una astilla de un recuerdo y ahí es donde el que entrevista debe preguntar y abrir la puerta para ver qué pasa. La gente me va dando datos, me dice que hable con tal o cual y además leo autores de Gualeguay, porque en esas páginas también salen puntas, que se juntan con algo que escuché y me prueban hechos o me los descalifican.

-¿Con ese boca a boca tiene que ver la bajada del título “Anécdotas de churrasquero”?

-En Buenos Aires todo lo simplificamos alrededor de una mesa de café, sea para una investigación periodística, para hablar de política o con intenciones de amor. Acá en Gualeguay casi todo se resuelve alrededor de un churrasquero, ahí aparecen historias y por eso el título del blog y ahora en una vuelta de tuerca con el libro, que tiene el número uno porque tengo material para más. Elegí 36 notas que son representativas del pasado, del presente y de gente que está laburando a futuro y tiene cosas que decir, pero guardé otras.

-Los escritores siempre reconocen que no es sencillo editar un libro…

-No, por eso debo agradecer el apoyo de Ricardo Maldonado de Ediciones del Clé, gracias a quien puedo encarar lo del libro. Si bien asumí la responsabilidad de vender los ejemplares, porque no tengo con qué responder a la edición y necesito que los lectores compren los ejemplares, conté con el libro en la mano sin haber puesto un peso. Ahora estoy haciendo realidad ese viejo lema de la Feria del Libro, que era del autor al lector, porque la hago completa y me parece algo necesario hoy para un escritor como yo, que soy un escritor desde la sombra. Entiendo que si me meto con la edición de un libro, con todo lo que encierra, también tengo que agarrar la valija y ofrecerle el libro a la gente que sé que le va a interesar para que lo compre. Es un esfuerzo grande.

El libro será presentado por Mario Bellocchio, “director del periódico Desde Boedo donde escribo desde hace 15 años, y por Ricardo Maldonado de la editorial. Son los dos que elijo tener a mi lado esa noche, porque este trabajo que hago sobre Gualeguay es sólo posible por los años de aprendizaje en Desde Boedo y tiene el rodaje provincial a través de la revista El Tren Zonal, a la que me invitó Maldonado y que valoro un montón, por contenido y por la idea de su existencia”.

-¿Por qué La marca de Gualeguay?

-Anécdotas de churrasquero me encanta, pero no era un título para el libro, era sí la bajada del título. De la marca de Gualeguay tenía referencias y leí el cuento de Amaro Villanueva, en el que los personajes, de los que Villanueva es uno, sentados en el Café de los Angelitos en Buenos Aires, ven una persona que tiene la cara marcada con una cicatriz. Entonces Villanueva desarrolla sobre quiénes eran los que llevaban esa marca, que la gente de Gualeguay hacía a alguna persona que no se portaba bien…

“Cuando empezamos a hablar con Maldonado, él me dice que sabía que en el nombre debía estar Gualeguay, hablamos del cuento de Villanueva y él me cuenta que conocía de la marca de Gualeguay a través de su abuelo, porque era una expresión que está en el pueblo. Esa marca la pensé además porque a mí Gualeguay me ha marcado, aunque de manera feliz, con sus historias”.

-A modo de promoción, si tenés que decirle a los lectores qué van a encontrar en el libro ¿Qué adelanto hacés?

-Siempre digo que técnicamente soy un escritor, he publicado libros y he hecho ediciones de autor, pero me gusta presentarme como un trabajador de la cultura. Mis herramientas son la mirada y la escritura y trabajo este oficio apuntando a la memoria, porque sin la memoria estamos fritos como sociedad, como región, como mundo. Me encanta ganarle al olvido, que se morfa muchas cosas, y en este libro hay 36 historias de gente que hace memoria, más vieja, más reciente, pero todos reflejando una identidad. En el libro se transmite un cariño, a veces crítico pero notable, por la aldea natal.

-¿Sentís a favor esto de no ser de Gualeguay a la hora de escribir sobre nosotros?

-Creo que mucho no se había hecho y un libro como este no había, pero lo que me ayudó es que yo venía con el ejercicio. Hay que de algún modo pertenecer al lugar, pero estar más allá del cotidiano, porque se producen otras señales, puertas que se pueden abrir. Eso lo practiqué en Buenos Aires y cuando vine me di cuenta que podía hacer lo mismo, porque había material, porque hay mucha gente que en forma oral trabaja la memoria.

“Además —continúa— estoy convencido de que Gualeguay es una ciudad de encuentro entre los dos mundos, hay muchos fantasmas acá. Hay mucha gente que todavía hace la vida como todos y hay mucho recuerdo de los que no están, tanto de artistas reconocidos como de familiares y amigos. Cachete González es una presencia definitiva, Emma Barrandeguy, Castro, están instalados; pero también me ha tocado ser parte de algunos encuentros en la catedral del asado, un lugar que funciona los viernes entre amigos, y ahí he visto cómo las copas van al cielo al final de cada asado y se

brinda por los amigos que ya no están. Yo venía con el ejercicio, pero acá me encontré con una manera de, que contrapongo con la sociedad conservadora que es Gualeguay”.

Lois asegura que hoy agradece la evolución de su escritura. “Si hoy escribo con cierta claridad es porque antes escribí no claro. También tuve la suerte, además de lo que recibí en mi casa, de conocer al poeta de los años 60 Hugo Ditaranto y al novelista Gabriel Montergous. Ellos fueron mis maestros de escritura, porque me hablaron del compromiso con el oficio. También fue fundamental el trabajo en Desde Boedo y conocer escritores que me llena de orgullo haberles estrechado la mano y haber estado hablando, como Pedro Orgambide, Andrés Rivera y José Saramago, que no fue mi amigo, pero venía a la Argentina y tenía tiempo de charlar conmigo siendo él un Nobel de Literatura y yo un tipo que estaba viendo hasta dónde le llegaba la tinta”.

-¿Tu pluma ya se acostumbró a esta ciudad?

-Es cierto que extraño mis cafés y mi puñado de afectos, pero soy un agradecido a Gualeguay. Creo que nunca tuve tantos lectores como acá, porque se sigue conservando mucho de lo humano, lo que nos diferencia de las grandes ciudades. La verdad es que escribía muy lindo en el Cao y en el Margot, pero hoy disfruto escribiendo en la chacra gualeya.

 

Sobre Edgardo Lois

Nació el 22 de abril de 1962 en Buenos Aires y llegó a Gualeguay hace poco menos de cinco años “por una historia de amor, lo que le pasa a muchos cuando conocen una gualeya”.

Creció en un hogar obrero en Martín Coronado, al oeste de la Provincia de Buenos Aires. “Tuve una infancia feliz. Mi viejo era pintor de obra, mi vieja ama de casa y modista y tengo un hermano ocho años menor, Alejandro, que también escribe y dibuja muy bien. Mi papá además era artista plástico y ya a los ocho años me llevaba de gira por las galerías de arte de Buenos Aires. En casa había dos bibliotecas y mi abuelo, Julio Martín, que no fue un solo día a la escuela pero terminó escribiendo poesía, me marcaron el camino”.

“Yo quería ser como él, por lo que mi viejo me regaló libros y un resultante de todo eso fueron las ganas de intentar la escritura. A los 10 años leía y escribía mis poemas, como el abuelo”.

Sus estudios formales culminaron con el secundario. “No quería estudiar algo para ganar plata, sólo quería leer y escribir”.

Es colaborador del periódico Desde Boedo, de la revista El Tren Zonal y de los diarios Tiempo Argentino y El Debate Pregón. Ha publicado varios libros, algunos en formato digital.

Por María Constanza Fernández Larraburu

Comentarios