Tercera Carta Pastoral en el Jubileo de la Misericordia Somos un pueblo peregrino

Tercera Carta Pastoral en el Jubileo de la Misericordia
Somos un pueblo peregrino

Queridos hermanos:
Estamos promediando ya el Año de la Misericordia. Nos decía el Papa Francisco que “La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia” (MV14).
Varias comunidades ya han realizado su peregrinación a la Puerta de la misericordia de la Catedral San José o la Basílica Inmaculada Concepción; otras las están programando, y unas cuantas peregrinan con ocasión de sus Fiestas Patronales.
El viernes 8 de julio peregrinaremos diocesanamente al Santuario de la Virgen del Rosario de San Nicolás. Quiero compartir con ustedes estas reflexiones que nos ayuden a disponer el corazón y ponernos en marcha.

obispo

Es necesario salir

Para peregrinar hace falta salir en dos sentidos: geográfico y existencial. El primero es algo evidente: salimos de casa, nos ponemos en camino y vamos al lugar de encuentro con otros.
Pero también hace falta el segundo sentido, el querer salir del encierro, del egoísmo… Salir de la comodidad y la rutina para animarnos a algo nuevo que Jesús puede mostrarnos.
“Partir es, ante todo, / salir de uno mismo.
Romper la coraza del egoísmo/ que intenta aprisionarnos/ en nuestro propio yo”. (Helder Câmara)
Peregrinar es desinstalarse, ponerse en marcha. Dios dijo a Abraham: “Sal de tu tierra” (Gn 12, 1). De esta manera lo invita a buscar horizontes nuevos, a dejar lo conocido y a abrirse a una promesa que exige confianza en aquel que llama.

El camino

Jesús nos dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6). La imagen del camino es muy significativa y ha sido utilizada frecuentemente por nuestros poetas. Recordemos unas pocas entre tantas:
“Es mi destino,/ piedra y camino,/ de un sueño lejano y bello, vida y,/ soy peregrino” .
(Atahualpa Yupanqui)
“Hay caminos que se juntan/ como los hay paralelos (…) / al encontrarse los nuestros/
pudimos fundar un sueño”. (Peteco Carabajal)

El camino nos muestra una dimensión histórica, temporal, de nuestra vida personal y comunitaria. Hay momentos distendidos y agradables, pero también dificultades y tentaciones.
Jesús nos advierte que “es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran” (Mt 7, 14). Por eso es importante tener la mirada y los oídos atentos, para no equivocar el rumbo.

No peregrinamos solos

No somos competidores que buscamos llegar cada uno por su lado. La peregrinación nos hace sentir y reconocer como parte de un pueblo, una comunidad en marcha.
Varios Salmos y cantos que rezamos en nuestras celebraciones expresan esta dimensión comunitaria de la fe.
Somos “compañeros” de camino. Etimológicamente esta palabra hace referencia a los que “comparten el mismo pan”. Una mesa, un pan, una familia, una vocación, una misma meta.
Por eso, qué importante es saber esperarnos, alentarnos mutuamente. No se trata de llegar rápido, sino de hacerlo juntos. Cómo nos cuesta esta actitud en el trato con los mayores, los niños, los más frágiles. No dejemos de integrar la debilidad en los criterios de la marcha.

La meta

Los cristianos tenemos la certeza de caminar hacia una meta bien concreta y alcanzable. No andamos sin rumbo, ni detrás de pompas de jabón o falsas ilusiones. “También la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio.” (MV14)
Jesús nos propone la “vida en abundancia” (Jn 10, 10). Caminamos hacia la plenitud, no hacia la derrota o el conformismo.
Esto también lo expresamos cuando nos dirigimos hacia un Santuario, un lugar particular.
En el Evangelio se nos enseñan las etapas que debemos recorrer para alcanzar la meta: “No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».” (Lc 6, 37-38)
El Señor nos llama a perdonar y a dar. Porque hemos experimentado el gozo del perdón de Dios, no podemos obrar de otro modo con los hermanos.

Conclusión

Invito a todos los fieles a participar de la próxima peregrinación diocesana –llegando al Santuario o uniéndose desde sus comunidades en la oración- para que esta sea un signo visible del pueblo de Dios que peregrina a encontrarse con la misericordia del Padre
Con alegría renovemos esta dimensión peregrina de la fe. Promovamos que cada una de nuestras comunidades sean expresión de la “Iglesia en salida” al encuentro de los hermanos que viven en las periferias geográficas y existenciales.
La Virgen María, que partió sin demora a visitar a su prima Isabel, nos aliente en la esperanza y nos colme de ternura.

+ Jorge Lozano
Obispo de Gualeguaychú

Comentarios